miércoles, febrero 10, 2010

Cómo lágrimas en la lluvia...

Pedro caminaba por la calle cuando se encontró de frente con otra persona que parecía sonreír y lo saludaba con su mano. Pedro no lo reconoció. Sonrió de vuelta e hizo un gesto con su cabeza que parecía un saludo.

La persona extraña pasó muy apurado al lado de Pedro sin decir palabra alguna. Pedro, que iba sin apuro alguno, no pudo evitar detenerse unos instantes y voltearse a mirar cómo se alejaba con su sonrisa y saludo. Durante un instante todos sus pensamientos y voluntad se enfocaron en esta persona, su mente repasó en vano los cientos de rostros que conoció mientras estudiaba y los otros tantos que había conocido en su trabajo. Sin siquiera saber quién era, le regaló toda su atención, sus gestos, su alegría. Le regalo ese instante, le regalo su vida.

- “Imbécil!” – le grita Pedro al extraño mientras se aleja.